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miércoles, 3 de mayo de 2017

TARTA DE COCO Y ZANAHORIA EN OLLA GM D

Pocas cosas ya eran las que guardaba de su madre

Con el paso del tiempo había hecho de aquel piso su hogar

Lo había ido llenando de sus libros, sus muebles, sus cacharros de cocina

Las paredes pintadas varias veces, desde entonces. Pequeñas obras en la cocina y el baño, un dormitorio nuevo

Y esos pequeños cambios se habían ido llevando, poco a poco, trastos que ya no se utilizaban

Cada vez que en uno de esos arrebatos por deshacerse de cosas inútiles encontraba algo que había sido de su madre lo dejaba apartado al lado de las bolsas de basura y era siempre lo último que metía dentro, para finalmente, tirarlo. Necesitaba hacerse a la idea

Ese día no dejaba de llorar. Iba por la casa con lágrimas que se deslizaban por sus mejillas sin ella darse cuenta. Lloraba por lo inevitable

De las pocas cosas que guardaba de su madre dos eran auténticos tesoros para ella

Unas sábanas bordadas por su abuela y que su madre tenía como una auténtica  joya

Ella ya no las usaba. De vez en cuando, por pura nostalgia, las sacaba del armario en el que ya amarilleaban. Se sentaba en la cama con ellas en el regazo, se las acercaba a la cara y con los ojos cerrados aspiraba fuerte creyendo aún oler a su madre

Una aguja de punto. Esa era la segunda cosa que más apreciaba

A su madre siempre se la podía ver haciendo punto. Cualquier momento era bueno para verla rodeada de madejas de colores, enfrascada en algún proyecto para uno de sus hijos, contando puntos y deslizando la lana entre sus dedos

Pero ella guardaba una de aquellas agujas. De color gris y al final una bola de color amarillo

Este objeto no le producía tristeza

Lo tenía en la cocina para pinchar los bizcochos que hacía

Después de cada uso, lo limpiaba con un trapo húmedo y lo volvía a guardar. No dejaba que nadie lo tocara. Puede que nadie supiera que lo tenía

Cada vez que lo usaba le florecía una media sonrisa de nostalgia

Unas sábanas y una aguja de hacer punto

Los recuerdos no necesitan más para florecer

PD Cuento inspirado por Almudena Fernández Dorado



 




INGREDIENTES

180 g de harina
100 g de azúcar
1 yogur griego
100 g de coco rallado
100 ml de aceite de girasol
4 huevos
1 sobre de levadura
Una pizca de sal
Coco rallado para decorar

Para el relleno

500 g de zanahoria
400 ml de agua
130 g de azúcar
50 g de almendra molida


ELABORACIÓN 

Tamizar la harina con la levadura
Separar las yemas de las claras

Batir las yemas con el azúcar
Añadir el yogur
Seguir batiendo
Añadir el coco rallado, el aceite
Batir
Añadir la harina tamizada
Seguir batiendo
Pasar esta masa a un bol

Batir las claras y la pizca de sal a punto de nieve

Añadir las claras a punto de nieve a la masa anterior
Mezclar con una lengüeta con movimientos envolventes
Mezclar hasta que se integre todo

Preparar la cubeta
Pulverizar con spray para desmoldar
Poner un círculo de papel horno

Verter la masa en la cubeta
Menú Horno 40 minutos con válvula + tapa abierta (cerrar tapa e ir abriendo hasta que aparezca el pitorro metálico de la tapa)

Tapa doradora 5 minutos, al gusto

Mientras que se hace la tarta

En una cazuela poner las zanahorias peladas y cortadas a trozos pequeños
Añadir el agua y el azúcar
Cuando estén tiernas reservar el almíbar
Triturar las zanahorias
Añadir  la almendra molida
Reservar

Dejar enfriar el bizcocho encima de una rejilla

Para decorar, abrir el bizcocho por la mitad
Empapar el bizcocho con el almíbar
Rellenar con crema de zanahoria
Poner la otra mitad encima
Extender crema de zanahoria por arriba
Espolvorear con coco rallado

Receta adaptada de La dulzura de Mari

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