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viernes, 6 de abril de 2018

GAMBAS AL AJILLO CON ALMEJAS EN OLLA GM D

Quieto, sentado en una silla, al lado de su abogado, con las manos entrelazadas fuertemente encima de sus piernas, la cabeza gacha

Un sudor frío le recorre la espalda, como a ráfagas. Siente que está pálido y sudado

No puede entender cómo ha llegado a esta situación. Se lo pregunta una y otra vez y no lo entiende

Son dos años ya los que lleva jubilados y ha montado su vida alrededor de cosas sencillas que le hacen las horas del día más llevaderas

Entre ellas no falta su partida de cartas o de domino

Casi siempre se juntan los mismos. Vecinos de la calle, que comparten horas de entretenimiento, con el aliciente de que paga los cafés aquellos que pierden

Cómo podía pensar que eso le pudiera llevar a la cárcel. No puede ni decir la palabra, no puede ni imaginar las consecuencias

Los que juegan se conocen y se entienden. Otros solo miran

Así pasan las horas, entre juegos y chanzas. Cada día lo mismo, las mismas caras, las mismas bromas, los mismos piques

Nunca pasa de ahí. Hasta aquella fatídica tarde

Jugaban al dominó. Cuatro hombres. Otros tanto se conforman con mirar

Entre ellos un gracioso. Siempre el mismo. El que no hace gracia a nadie. El que descubre el juego de los demás. El que sin jugar, interviene poniendo a los demás nerviosos

Si discuten, discuten por él. Se hace pesado, molesto

Lo ha recordado mil veces

No le cae bien ese hombre. Cuando él está, siempre acaban discutiendo entre ellos

Recuerda también que ese día no tiene un buen día

Así que acabó levantándose de malas maneras de la mesa, esparciendo sus fichas por la mesa

El otro siguió con sus gracietas y lo siguió hasta la barra

Maldito el momento en que lo empujó, solo hizo eso, empujarlo para apartarlo, para librarse de él, solo eso

Pero la mala fortuna hizo que perdiera pie y trastabillara, cayendo al suelo y golpeándose en la nuca

Después, todo fue un caos. Todos de un lado para otro. La llegada de la ambulancia. Las caras de preocupación. Las miradas hacia él. la policía acompañándolo a comisaría

Y ahora el juicio por la muerte de aquel hombre

Su abogado le decía que no iría a la cárcel

Eso le daba igual. No le daba igual, pero no era lo que le atormentaba

Le había quitado la vida a otro hombre. Por impulso estúpido

¿Por qué no hizo como otras veces y lo ignoró? ¿Por qué?

Sus hijos y nietos lo miraban con compasión. Su mujer no paraba de llorar y de compadecerse

Y él, con sesenta y ocho años, no se perdonaba








INGREDIENTES

600 g de gambones (opcional congeladas)
400 g de almejas (opcional congeladas)
50 ml de vino blanco
6 dientes de ajo
4 guindillas
Perejil
Aceite
Sal


ELABORACIÓN

Descongelar las gambas

Poner las almejas en un bol con agua y sal (aunque sean congeladas, siempre lo hago)

Poner aceite en la cubeta
Menú Cocina
Cuando el aceite esté caliente añadir la mitad de los ajos laminados
Dorar

Añadir las almejas escurridas y el vino
Cocinar 3'
Retirar y reservar

En otra cubeta o en la misma limpia, poner aceite
Menú Cocina
Cuando el ajo empiece a dorarse, añadir las guindillas
Cocinar 2' removiendo
Retirar las guindillas

Añadir las gambas
Cocinar 3-4', hasta que cambien de color
Añadir las almejas reservadas con el vino y el ajo

Cocinar el conjunto unos 2'

Servir espolvoreado con perejil

Receta adaptada del libro Recetas frescas y ligeras. Crea tus menús de Editorial Susaeta

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