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lunes, 6 de noviembre de 2017

COCINA TRADICIONAL

A ella lo que le gustaba era la cocina tradicional

Fuego lento, chup chup, sin prisas, hasta que el guiso diera todo de si

Todos los ingredientes bien ligados, cada uno soltando su sabor, hasta que el guiso tuviera la enjundia necesaria para que nadie se pudiera resistir

¿Cantidades? Ella no sabía de cantidades ni medidas

A ojo, como se había hecho toda la vida

Esa conversación se daba en cada sobremesa. Sus hijas no lo podían entender

Nunca cocinaremos como tú. ¿Un puñado cuánto es? ¿Una pizca? ¿Agua hasta cubrir? ¿Dos dedos de agua de los tuyos o de los míos? Tus recetas acabarán por perderse

A ella nadie le había enseñado. Hacerlo, ese era la manera. Atreverse

Sus hijas le habían regalado varios "chismes" que le iban a ayudar a adelantar, a no estar tanto tiempo en la cocina. Si, si

Las tenía todas dispuestas en fila, encima de los mármoles de su cocina

No podía esconderlas, ya se enfadaban bastantes sus hijas cuando veían que ni las había estrenado

"Qué si, qué si la uso. La crema que te llevaste ayer la hice ahí. ¿Qué cómo la hice? Pues como siempre lo hago pero ahí dentro y salen muy buenas"

Sus hijas sabían que eso no era verdad pero como era dar contra una pared...

Los años pasaban y no perdía sus habilidades en la cocina, por supuesto que no, pero las piernas le dolían, se cansaba, sus brazos ya no tenían la misma fuerza y sus manos la destreza habitual

Empezó a mirar todos aquellos aparatos de otra manera. Ahora no podía decirles a sus hijas que nunca había utilizado todo aquello

Menos mal que lo guardaba todo. Buscó todos los manuales de instrucción y aunque le costó acabó por enterarse para que era cada cosa: panificadora, robot para batir y amasar, olla eléctrica...

Aún se resistía, no acababa de dar el paso definitivo, qué rabia le daba dejar sus cazuelas, sus fuegos

Pero la realidad se iba imponiendo, las hijas seguían esperando los "tupers" para llevarse al trabajo, los nietos se quedan en su casa a comer cada vez más días y después de todo le gustaba tanto cocinar

Lo primero fue un pan. No como lo hacía ella siempre. Agua y harina ya preparada. Meter en la cubeta de la panificadora, tostado, tamaño y darle al botón. Total

Lo de batir en el robot fue aún más fácil. Ir añadiendo ingredientes, verter en el molde. ¿Ya está? ¡Madre mía, si se me quedaba el brazo hecho fosfatina!

Y ya cuando llegó el momento de hacer un guiso en aquella olla en la que se podía hacer de todo...eso ya fue un drama

Un drama que le duró tres días. 

Cuando vio que ganaba tiempo, que apenas tenía que limpiar después y, sobretodo, todo sabía igual a como lo había hecho siempre, se disiparon sus miedos

Miedo a dejar de cocinar para los suyos, a dejar de cocinar que era su gran pasión, a no quedar como una reina cuando tenía invitados

A las hijas le seguía diciendo que cocinaba como siempre, no tenían porque saber que al final tenían razón

Qué tenían razón pero por motivos bien distintos a los que ellas defendían

Y lo que tenía bien claro es que ella seguía haciendo su cocina tradicional, la de siempre, la de toda la vida

Receta relacionada AQUÍ




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