Un, dos, tres, yo me calmaré...
Era su mantra habitual. Un poco infantil, si, lo sabía
Cerrar los ojos, inspirar fuerte por la nariz y recitarlo mentalmente
Qué otra cosa podía hacer ante tanta estupidez
Y había tanta estupidez a su alrededor
Su frase favorita: "¡Cómo puede ser la gente tan estúpida, cómo!"
No era una pregunta. Era más bien una exclamación/afirmación
Se sentía tan impotente. Tan alucinada. Tan cabreada
Todo eso a partes iguales y según la cantidad de estupidez a la que se tenía que enfrentar cada día
Un comentario racista. Un comentario que no se ajustaba a la verdad. Una crítica a alguien que no estaba presente
Una madre desbordada, con falta de sueño, con su hijo tirado por el suelo con la mayor de las rabietas, diciendo que la maternidad era lo mejor que le había pasado en la vida.
Una mujer en la fila para pagar del supermercado diciendo que "los que han venido de fuera" habían traído la moda de hacer pan
Un, dos, tres, yo me calmaré...
Una estupidez en una procesión y oír que "a esos delincuentes se les tiene que aplicar la ley antiterrorista"
Un, dos, tres, yo me calmaré...
Es de Guatemala. Cuida a mi madre. Le pago 400 euros al mes. El domingo lo tiene libre pero a las cinco de la tarde tiene que volver. Mi madre no puede estar tantas horas sola. Me llevé todas las joyas a mi casa porque esta gente está muy necesitada y son capaces de cualquier cosa
Un, dos, tres, yo me calmaré...
Su hermana le decía que se enfadaba por nada. Que siempre estaba enfadada
Los demás, que decía muchas palabrotas, que tenía mal carácter
¡Estúpidos de mierda! ¿Mal carácter?
Una mujer ha muerto a manos de su marido. ¿Muerto? ¡No asesinada, no! ¡Muerto!
Un, dos, tres, yo me calmaré...
Un, dos, tres, yo me calmaré...
Un, dos, tres, yo me calmaré...
Un, dos, tres, yo me calmaré...
¡Uf!
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