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lunes, 6 de noviembre de 2017

SER ABUELA

Ser madre había sido lo mejor del mundo, sin dudarlo un segundo

Todas esas sensaciones que se agolpaban dentro de ti, sin poder ponerles nombre ni explicación

Que te invaden desde el minuto uno

Ese sentimiento feroz de protección que se despertaba de repente, sin miramientos, sin control

Que te hacía pensar en matar, si fuera necesario, por aquella criatura que te ponían en los brazos y a la que te pasabas horas mirando con incredulidad

Todo eso y más era convertirse en madre. Mucho más

Pero el día que te decían que ibas a ser abuela...

Otra vez volvían todas esas sensaciones que no habías sabido explicar con palabras, si es que alguna vez se habían ido

Volvían, si, pero de otra manera. Tampoco era fácil de explicar

Volvían atenuadas pero no con menos fuerza

Ya no tenías que vivir con el alma en vilo cada segundo de tu vida

Eran otros los que se ocupan de esa niña, otros los que sacaban las garras, si era necesario

No eras tú la que se tenía que preocupar de convertir a esa niña en una buena persona, feliz, educada, bondadosa, responsable y tantas otras cosas más

A ti lo que te ocurría es que se te llenaba el alma entera de un amor tan profundo e increíble, capaz de desbordarse por cada poro de la piel

Eso y nada más

Ahora esperando a su nieta, a la que tanto echaba de menos, a la que no veía tanto como quisiera, se le venían tantos pensamientos a la cabeza

Esperaba a su nieta con una sonrisa

Pensándolo bien, eso también era lo que siempre le ocurría

Le ocurría una enorme y eterna sonrisa cada vez que pensaba en esa niña

Amor y sonrisas para recibir a su nieta

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