Una mesa alargada, dos comensales en cada extremo
Un mayordomo casi invisible, pendiente de cualquier movimiento de sus amos
Un gran danés calentándose al fuego de la chimenea
Ninguna palabra. Sólo gestos a medio camino entre el hastío y la indiferencia
Ningún contacto visual entre ellos
De repente, el perro yergue su cabeza, su olfato ha detectado a la doncella con los platos de la cena
Los primeros bocados en los tenedores camino de la boca
Ella cierra los ojos cuando percibe los sabores y en un momento de debilidad, se deja llevar
Él, esboza una media sonrisa de satisfacción
Ambos siguen comiendo en silencio
El mayordomo hace un gesto con la cabeza de complacencia, casi imperceptible
¡No se me distraigan con cuentos, mis finas hierbas!
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