Todos tenemos manías
Ella veía a las personas como si fueran comida, alimentos u objetos relacionados con la cocina
Por ejemplo, su hijo era tan dulce como un bizcocho a veces y otras pesado como un kilo de patatas
Su marido podía llegar a ser empalagoso como un tarro de miel, tierno como el pan recién horneado o la hacía reír como los granos de maíz convirtiéndose en palomitas
Todas esas imágenes se le venían a la cabeza cuando pensaba en alguien o cuando se refería a alguien
Su jefe la hacía trabajar más que cuando tenía que hacer canelones o la hacía enfadar tanto como cuando las croquetas se le abrían en el aceite
Y su madre, ¡ay, su madre! Imprescindible como el primer café de la mañana, preocupada siempre por los demás como cuando uno no sabe si ha cerrado bien la olla exprés, cariñosa como la mantequilla con la mermelada y cuando se enfadaba explosiva como una guindilla mordida sin querer
Cuando veía al cartero pensaba en el olor a pescado
Cuando su padre se enfadaba era como un bizcocho en el horno que se abre antes de tiempo pero divertido como un bol de ensalada colorida y veraniega
Entre sus amigas había de todo: estaba la que se reía como un borbotón de agua hirviendo, la que se hacía de rogar como cuando intentaba hacer empanadillas perfectas, la que se apuntaba a todo como la cebolla, la que no paraba de hablar como si de un ajo se tratase...
Ella, en cambio, era previsible como la harina en un bizcocho, con mucha imaginación como un guiso griego...
Y cuando se cruzaba con su vecino no solo pensaba en pescado sino en coles de bruselas, en alguien comiendo yogur y en la leche que le obligaba a tomar su madre cuando era pequeña
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