Según Álvaro Bilbao, dr. en psicología y neuropsicólogo "Queremos niños perfectos, redondos y brillantes, como los tomates del supermercado"
Pienso que no solo eso, sino que en la vida en general pretendemos que todo lo que hagamos salga perfecto
Cualquier proyecto: nuestros niños, nuestros viajes, nuestros negocios, nuestros trabajos, nuestros amigos, nuestro día a día
Eso es una quimera: los niños no son tomates, en nuestros viajes suelen haber errores de calculo, los negocios te pueden salir mal, la mayoría no trabajamos en lo que nos gusta al 100% y nuestros amigos tienen sus defectos y sus virtudes
Cuanto antes aceptemos esas realidades, antes empezaremos a sonreír más y en definitiva, a ser más felices
A disfrutar de esos niños que sabes que nunca serán los mejores, a disfrutar de esos viajes en los que el hotel por el que te decantaste resultó una pesadilla pero con unas vistas impresionantes, a saber que acertaste con ese pequeño negocio que no te da para vivir pero por el que volverías a apostar una y mil veces, a disfrutar de tu lugar de trabajo a pesar de los jefes pero sabiendo que no cambiarías a tus compañeros de trabajo por nada del mundo y a disfrutar de esos amigos insustituibles a pesar de todo, muy a pesar de todo
En la cocina pasa exactamente lo mismo
Cuántas expectativas ponemos en un plato que crees que saldrá estupendo porque no puede ser de otro modo
Pues si, puede ser que no salga perfecto. Que no tenga la mejor apariencia, Que no luzca como habías imaginado
Pero eso no importa. No importa, porque cuando lo pruebas, el sabor es espectacular
Porque eso es lo que importa, importa el resultado final
Importa que a pesar de no ser perfecto, es perfecto para tus amigos y compañeros de trabajo
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